miércoles, 16 de octubre de 2013

Visitantes galácticos


En nuestra sección Vampiro Literario, te proponemos terminar el relato de Jordi Sierra i Fabra "Vampiros galácticos" de la forma más divertida posible. Puedes enviarnos tus creaciones o publicarlas al final de esta entrada del blog. Aquí puedes leer nuevamente el cuento para que te hagas una idea de la historia:

Visitantes galáctos, por Jordi Sierra i Fabra

Papá y mamá estaban alucinados.
— ¿Qué es… eso de arriba? —se estremeció él.
—Los trigulios —dijo Andrés con toda naturalidad.
— ¿Esas cosas son… los trigulios? —insistió.
—Sí.
— ¿Por qué no nos dijiste que había invasores de otro mundo en la casa?
—Pero si ya se los había dicho —Andrés miró a su madre—.
¿Verdad, mamá?
—No… exactamente, hijo —consiguió articular palabra ella.
Estaba alucinada.
—Además, no son invasores de otro mundo —el niño miró a su padre como si el padre fuese él y su hijo el hombre que tenía adelante—. Desde luego, papá. Ves demasiadas películas.
— ¿Qué YO veo películas? Papá puso mucho énfasis en el YO—.
¡Esos bichos son… son… son…!
—Son mis amigos —dijo Andrés al ver que papá no encontraba las palabras adecuadas para expresarse.
— ¿Cómo sabes que son amigos? —preguntó asustada la mamá.
—Porque lo sé.
—Ya, ¿pero cómo lo sabes?
—Pues porque me lo han dicho.
— ¿Con eso del traductor universal, claro?
—Sí. — ¿Y si luego empiezan con sus rayos desintegradores y quieren conquistar el mundo y aniquilar a la raza humana y…?
—la lista de fatalidades de mamá se quedó desbordada. —Mamá, no seas pesada.
— ¿Pesada yo?
—No llames pesada a la mamá Andrés.
—Vale —puso cara de resignación—.
¡Pero conste que Treliz y Triloy son inofensivos!
— ¿Quiénes son Treliz y Triloy?,
—gritó papá.
—Los trigulios, ¿quiénes quieres que sean? Hablamos de ellos ¿no?
— ¡Oh, Dios! —Miró a su esposa—. ¡Se llaman Treliz y Triloy!
— ¿Tienen… nombres y todo?,
—tembló la mamá.


— Su cultura es milenaria, son muy inteligentes, pueden viajar a velocidades asombrosas, son pacifistas y se les ha roto la nave,
—lo soltó de corrido Andrés.
Mamá se quedó con una cosa:
— ¿Pacifistas, seguro?
Papá con otra:
— ¿Qué se les ha roto… la nave?
—Sí, y van a quedarse aquí —Andrés expandió ahora una enorme sonrisa en su cara—. ¡Será genial!
Mamá tuvo que apoyarse en una silla. Iba a darle un ataque, o un desmayo, o la dos cosas a la vez. Aún no lo tenía claro.
Papá se puso más tieso que un palo.
— ¡Ah, no! —dijo.
— ¡Papá!
— ¡Aquí no se quedan esas… cosas!
— ¡Si les echas fuera, se morirán!
¡Su planeta es cálido!
— ¿Cómo vamos a tener extraterrestres en casa?
¿Te has vuelto loco? —volvió a la carga mamá.
— ¡Pero si apenas abultan, son la mar de simpáticos y comen poco!
— Comer, comen jamón —dejó bien claro papá.
— ¿Quieres que vengan esos que salen en las películas, con trajes antirradiaciones, aparatos, tubos, y lo pongan todo patas arriba?
—se estremeció mamá con solo imaginarlo.
— ¡Eso es en las películas! ¡Los trigulios son de verdad, inofensivos, muy buenas personas! ¡Nadie sabrá que están aquí!
— ¡Además, son feos, feísimos!
—volvió a gritar ella...

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